El 21 de junio decimos oficialmente «bienvenido verano», pero ¿sabes cómo influye el verano en la salud? Los días son más largos, la exposición solar altera nuestro estado de ánimo, las comidas fuera de casa se vuelven rutina y el acceso a playas y piscina está más generalizado, sobre todo en ciudades costeras como es el caso de Málaga.
El verano y la piel
En ciudades soleadas, la exposición al sol es una constante durante todo el año; y es que los expertos recomiendan usar cremas de protección solar todos los días, con especial atención en los meses con mayor incidencia solar. Es importante proteger la piel como medida preventiva del cáncer de piel. Son muchos los tipos de cáncer cutáneo, pero sin duda, el más peligroso de todos es el melanoma. Cada años se detectan en España entre 4.000 y 5.000 caso. Desde el Instituto Quirúrgico de Andalucía se insiste en la importancia de la prevención del melanoma y la autoexploración. ¿Cómo exploro mi piel para detectar cualquier problema cutáneo? Debemos basarnos en la regla del ABCDE:
- A – Asimetría: las manchas o lunares en la piel tienen una forma irregular.
- B – Bordes: suelen ser borrosos o no estar bien definidos.
- C – Color: la señal de alerta la dan las manchas de color pardo, negro o rojo muy oscuro.
- D – Diámetro: las manchas habitualmente se vuelven más grandes.
- E – Evolución: si se observa un cambio brusco en el lunar o mancha en poco tiempo debemos acudir al especialista lo antes posible.
Por eso es muy importante proteger la piel y evitar exponernos al sol en las horas centrales del día, entre las 11 de la mañana y las 5 de la tarde.
El verano y el estado de ánimo
Cuando llega la primavera los ánimos de las personas comienzan a mejorar. Esto no ocurre por casualidad. La razón la encontramos en el sol y la vitamina D que nos aporta. Y es que la vitamina D influye en el sistema endocrino, facilitando la proliferación de hormonas como la melatonina y la serotonina. Estas hormonas provocan sensación de bienestar y motivan a la realización de actividades físicas. Además, reduce los niveles de estrés y de ansiedad. Y aunque la serotonina está en más alta al amanecer y va disminuyendo progresivamente desde el ocaso, no todo son explicaciones fisiológicas. También el buen tiempo invita a realizar actividades al aire libre y nos invita a estar más activos con todo lo que ello supone. Por eso es en verano cuando se reduce notablemente el TAE o síndrome del trastorno emocional. Si quieres saber más sobre este síndrome, puedes leer el artículo escrito por Laura Reyes Carrillo aquí.
El verano y la alimentación
En verano hay que cuidar la alimentación. Es una época en la que comemos fuera de casa en más ocasiones y se corre el peligro de hacer costumbre de las pequeñas concesiones culinarias propias de no sentarse a la mesa en mesa propia.
- Estar hidratados: los refrescos no hidratan y aportan azúcares y otros componentes. Por eso es importante beber agua, y bastante, sobre todo los días con temperaturas más elevadas.
- Variedad vs. Cantidad: hay que medir las cantidades para no exceder la alimentación. Y es preferible comer un poco de todo. Además, en verano las comidas copiosas son más lentas de digerir; y si estamos disfrutando de un día en la piscina, podríamos enfrentarnos a los llamados cortes de digestión.
- Postre: la fruta en verano es un magnífico y fresco postre mucho más saludable que cualquier otra opción.
- Tipos de comida: el desayuno debe aportarnos todos los nutrientes y dejarnos saciados. Sin embargo, las cenas han de ser ligeras, baja en grasas y que incluya alimentos que durante el día no hayamos podido consumir.