Cirujano solidario en la India: Ayudar formativamente a tus compañeros también es solidaridad

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El Dr. César Ramírez atiende a un paciente en el Pushpanjali Hospital de Rewari

El Dr. César Ramírez atiende a un paciente en el Pushpanjali Hospital de Rewari

Rewari es una pequeña ciudad de apenas 125.000 habitantes (eso aquí en la India es muy poco, apenas un pueblo) que está situada al Sureste de Nueva Delhi, a apenas unos 70-80 Km, y a unos 200 Km de Jaipur, capital del Rajhastan y ciudad que hemos visitado ayer domingo día de turismo. Pues bien, la travesía en coche ha durado unas 5 horas y eso solo se puede justificar en la pésima infraestructura de carreteras (buscar asfalto señalizado aquí es un milagro) y en el ya comentado caótico tráfico. Los parones son continuos, alcanzar velocidades por encima de los 70 km por hora una quimera, los tramos de pedregal irregular sin asfaltar aparecen sin avisar y al tráfico se añaden, en las zonas de circulación más lenta, las vacas andando libremente por el arcén, las bicicletas y los tuc-tucs circulando en dirección contraria de forma ocasional y con sorpresa incluida y todo ello en un ambiente de nocturnidad nada coadyuvante puesto que anochece a las 17 horas y no hay ni una luz en los caminos. Las vacas son el animal sagrado, querido y venerado de los indios, de modo que forma parte del paisaje; hacen vida social por los barrios y carreteras, duermen allí donde placen y están numeradas y con su GPS retroauricular, lo cual no implican que nadie las cuide, las limpie y les quite las garrapatas. Aunque por creencia los indios deben alimentarlas, son unos comensales habituales de los despojos y basureros al caer la tarde, junto con los perros. Los perros, por cierto, andan en decenas por las calles sin control ninguno; son animales repudiados en la India y aquí todo el mundo los desprecia.

En los días anteriores no he comentado nada de la comida aquí en la India, por cierto. La religión hindú, claramente dominante aquí de forma muy mayoritaria, centra toda su fe en un ciclo inamovible de creación-conservación-destrucción y define el poder cósmico o Brahmán como el alma suprema del universo. Cada una de las fases está iconizada en una deidad; a saber, Brahma, con su barba y sus cuatro cabezas y brazos, representa la creación; Vishnu, también con cuatro brazos y una concha, representa la preservación o conservación; y, finalmente, Shiva, Dios de la destrucción y al mismo tiempo del poder reproductor, muy conocido también por ser el padre de Ganesha, el dios famoso que tan comercial y visible es la India por responder iconográficamente a un elefante campechano de trompa larga que cabalga a lomos de una rata. Pues bien, el hinduista es vegetariano por norma, no come carne ni pescado, y yo creo que eso ha llevado también en parte a que las comidas estén tan habitualmente especiadas y picantes, para otorgar un sabor que una materia prima tan escueta no suele tener. En algunos sitios te ofrecen carne, casi siempre de pollo (a veces, mas raro, de cordero), y como es servida bien cocinada se puede tomar sin problemas; la ternera y el cerdo están totalmente prohibidos por cuestiones de religión. Lo que los extranjeros o visitantes debemos evitar (por el tema del cólera y la disentería del viajero) son las verduras y hortalizas crudas, frías o no cocinadas así como algo de líquido para beber que no esté envasado y herméticamente cerrado. Con todo, es muy difícil encontrar entornos donde se pueda adquirir comida para las entrehoras (galletas, dulces, batidos, bebidas gaseosas…) pues no existen supermercados ni tiendas de ultramarinos presentables (las que hay, con todo sucio y lleno de polvo y abundante material caducado, generan rechazo) y las cosas en ese sentido no son fáciles aquí para el turista. Eso sí, en el otro extremis nos encontramos Malls (que así se llaman aquí a los centros y grandes superficies comerciales de lujo) en los que se puede adquirir de todo y en los que parece que podríamos estar en Europa sino fuera por los precios, más elevados que los nuestros. Desigualdad extrema.

Las condiciones de las instalaciones hospitalarias del Pushpanjali de Rewari sería inasumible en España. Fregadero de quirófano del Pushpanjali Hospital en India

Fregadero de quirófano del Pushpanjali Hospital de Rewari

Hoy hemos comenzado en un nuevo centro, el Pushpanjali Hospital de Rewari, que aunque es relativamente nuevo (tiene solo 6 meses) y mejora en aspecto externo a su homólogo de Gurgaon presenta un aspecto y una finalización interior poco fina y acabada y, en resumen, no dista mucho del otro. El personal es tremendamente educado y agradable y se han volcado con nosotros como podéis ver en las fotos. Aunque no somos cirujanos infantiles, la campaña de promoción del proyecto de cooperación llama a la prestación gratuita a tod@s las personas con hernia, por lo que hemos atendido a una niña muy simpática de 5 años que ha operado nuestro compañero anglo-indio Shambuh que sí que tiene experiencia en el manejo de niños.

l Dr. Moreno junto al Dr. Shambuh en el Pushpanjali de Rewari. Misión humanitaria médica de la ONG Cirujanos en Acción

El Dr. Moreno junto al Dr. Shambuh en el Pushpanjali de Rewari

 

La pobrecita estaba entre atónita y aterrada y ha costado trabajo ganar su confianza para poder operarla. Para alguien como yo, que no puede soportar la enfermedad en la edad pediátrica por cruel y que además tiene hijos en estas edades se trata de un tema conmovedor y algo que realmente me da mucha pena porque est@s inocentes son lo mejor del mundo y algo que merece todo nuestro esfuerzo.

Estos proyectos te obligan también moralmente a colaborar formativamente con otros compañeros porque eso también es solidaridad. Además de ayudar a Eduardo, que es nuestro residente y en estas semanas está completando un rotatorio adicional por la cirugía de las hernias que lo ha convertido (sin darse él cuenta) en un gran conocedor de la anatomía tridimensional de la ingle (algo nada fácil), hoy nos han pedido colaboración los cirujanos indios habituales de este hospital para algo tan simple como una colecistectomía (quitar una vesícula biliar por piedras) por laparoscopia. No tienen pantallas del TFT, sino monitores antiguos de caja con una visión solo aceptable; no tienen trocares desechables, sino los metálicos pesados con los que empezamos nosotros hace 20 años; las condiciones de esterilidad serían inasumibles en nuestro mundo (el material se lava en un fregadero con restos de cepillos de dientes, no existen cepillos quirúrgicos para el lavado de los cirujanos, que utilizamos pastillas de jabón al uso…); las batas quirúrgicas son esterilizables (no desechables) y muchas veces llegan húmedas del autoclave; el anestesista no intuba y aplica un respirador al paciente, sino que lo ventila a mano… En estas condiciones decir que todo ha ido muy bien es un éxito, y creo que han aprendido una forma distinta y mejor de hacer las cosas.

El Dr. César Ramírez extirpa una vesícula por vía laparoscópica en India

El Dr. César Ramírez muestra cómo realizar una colecistectomía con técnicas mínimamente invasiva

Por cierto, como la naturaleza es sabia, las heridas (pese a la pésima esterilidad que comento) se infectan poco, y ello debe ser tanto a la cantidad de antibióticos que se les aplica antes y después de la cirugía (cosa que en nuestro medio seria impensable por no indicado) y, lo más importante para mí, es que este pueblo es un superviviente y sabe adaptarse a circunstancias adversas y superarlas mucho más que la civilización occidental. En eso, y mañana os hablaré de este tema, son un ejemplo.

* Texto escrito por el Dr. César Ramírez para el blog Bisturíes Solidarios que publica Diario Sur.

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