Cirujano solidario en la India: Esta paz social sería impensable en el mundo occidental

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La vaca es animal sagrado en la India. Aquí vemos una paseando por las calles de Rewari

Una vaca, animal sagrado en la India, pasea por las calles de Rewari

Los hindúes son gente tranquila por lo general. Pese a que los guías turísticos que tuvimos durante el fin de semana nos advirtieron de que tuviésemos cuidado con los carteristas en los sitios concurridos, en ningún momento me ha parecido tener alrededor al tipo de gente con el perfil de mangante que tan fácil es de identificar en muchos rincones de tantas otras ciudades de España. Y eso que la cantidad de gente pidiendo por las calles (con una mendicidad infantil muy desarrollada con además, y lamentablemente, horas de enseñanza y de tácticas de acoso al turista de todo tipo) es tremenda y son muchos los indios que se dedican a la venta al paso de souvenirs de todo tipo, siempre con la negociación y el regateo como norma de actuación; aquí si no regateas no eres nadie. Ni que decir tiene que como se te ocurra dar una rupia a alguien o dar la impresión de que quieres comprar estás listo; como de un avispero, en menos de 10 segundos, te ves rodeado de decenas de personas que, sin mala intención, pueden llegar a ser muy agobiantes. Para mí los indicadores de que son gente no violenta y calmada son dos: primero, que no haya peleas e insultos a diario por culpa del tráfico y sus desastres; segundo, que con la gran desigualdad social que hay y lo humana que es la envidia y las ganas de estar en el sitio de los otros (y joderlos si se puede, que así funciona el mundo occidental) no haya estallado una guerra civil o una revolución al estilo de la Francia de finales del XIX. Yo creo que la religión es clave, y que los hinduístas tienen claramente asumido que el rol que les ha tocado en la vida (y su casta) es el que hay y no es otro; y que solo a través de la aceptación del mismo y de su cumplimiento sin voluntad de aspirar a más es lo que le permitirá el karma y, tras la muerte, una reencarnación en una vida más favorable. Sólo así se entiende la paz social que existe y la docilidad en pleno siglo XXI; cada uno tiene su rol claro y el inferior sabe que debe limpiar baños sin aspirar a más y el médico o el militar saben que están por encima, siendo además el trato entre clases muy despreciativo hacia las de abajo con consideración habitual de ser superior a inferior; muy difícil de digerir para nosotros. Pero bueno, ellos son felices así, se les ve asumiendo su desempeño en cada nivel y es lo que es. Aunque eso sí, respecto de los aspectos de la dieta y la religión que ayer comenté debe haber cierta flexibilidad puesto que, al igual que en mis numerosas visitas a Melilla he visto a cientos de árabes bebiendo alcohol a manta, anoche fuimos invitados a cenar por la plana mayor del Hospital Pushpanjali de Rewari y no solo se hartaron hasta reventar de pollo (en todas sus versiones, Tandori, Boti Masala, Curry…) sino que regaron la cena (no la sobremesa, sino la cena en sí, y esto es algo que no he visto nunca) con whisky con cola. Y eran de religión hinduísta confesada.

Rewari en Navidad. India

Vista de la decoración navideña en Rewari

Las jornadas en el Hospital ya transcurren dentro una rutina instaurada en la que la gente nos ve como habituales y nada extraños, nos movemos por allí con soltura y tal y como van llegando los enfermos nos van avisando para su valoración y entrada en el circuito de quirófano. En esta misión solo ha venido con nosotros una enfermera, Almudena, que es una excelente compañera y mejor persona, con un amplio recorrido en la Atención Primaria (sobre todo rural) en la provincia de León y sus alrededores y, en base a ser una mujer de espíritu muy solidario y que se vuelca con los demás decidió embarcarse en este proyecto pese a que no había pisado nunca un quirófano en su vida. Es un ejemplo claro del «si se quiere, se puede», puesto que nos ha sorprendido a todos con su eficacia, capacidad para aprendizaje del material y las suturas que necesitamos y, sobre todo, con su aguante pues la estamos todo el día mareando desde dos mesas de quirófano al mismo tiempo con los gritos de «Almudena, tráeme esto; Almudena, tráeme lo otro…». Quería aprovechar estas líneas para dar fuerza a su papel aquí y decir en voz alta que ha sido una suerte tenerla entre nosotros puesto que además es una fuente de alegría y vitalidad contagiosa. Nosotros, los cirujanos, también hemos aprendido una nueva forma de trabajar pues la comodidad habitual de que estemos dos cirujanos operando con una enfermera instrumentando se ha convertido en dos cirujanos que nos ayudamos y nos servimos el instrumental, sin manos adicionales, con lo que todo es un poco mas lento. Pero nos adaptamos bien, no hay tiempo para quejas ni ñoñerías y además los enfermos están yendo muy bien y muy contentos. Y nosotros, más aún.

Misión humanitaria médica en India con Cirujanos en Acción. El Dr. César Ramírez en quirófano

El Dr. César Ramírez en quirófano

Mañana ya es el penúltimo día pues el viernes no creo que operemos por ser el ultimo día y lo que toca es recoger el material y la despedida. Respecto del material hemos actuado con grandeza y exageración y hemos traído como para estar operando 6 meses; muy español, por cierto. De este modo, toca recoger y reagrupar todo el excedente para devolverlo a Madrid en nuestros famosos paquetes y que puedan ser usados para otras misiones futuras. Ya llevamos 11 días fuera de casa y el tiempo empieza a pesar en la cabeza, sobre todo, aunque aparece ya la ilusión de volver pronto a ver a nuestras familias con la sensación de que aquí se ha dado el 100% de la medida de nuestras posibilidades. Hasta mañana pues.

* Texto escrito por el Dr. César Ramírez para el blog Bisturíes Solidarios de Diario Sur.

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