Nuestro objetivo, además de proporcionar una atención especializada y de alta calidad, es diagnosticar correctamente la patología proctológica con las pruebas complementarias más novedosas para poder ofrecer la mejor y más innovadora técnica quirúrgica.
Estas afecciones merman de una manera muy importante la calidad de vida de las personas que las padecen, lo que obliga a acudir a la consulta de un especialista.
Procedimientos diagnósticos:
- Mesa proctológica de exploración
- Exploración anal y rectal que incluye anuscopia y rectoscopia rígida
- Ecografía endoanal y endorrectal 360º con tecnología 3D (ver ecografía anorrectal)
El tejido hemorroidal se encuentra situado alrededor del canal anal, y es un componente fisiológico de la anatomía humana. Se trata de un engrosamiento de la submucosa del canal anal que contiene una combinación de vasos venosos y arteriales, musculatura lisa y tejido de sostén que actúa a modo de almohadilla y que contribuye a un cierre más efectivo del ano.
Con el tiempo estos tejidos pierde su estructura, se agrandan y vuelven flácidos, de manera que pueden sangrar o prolapsar (protruir) a través del ano. Cuando esto ocurre, podemos decir que tenemos hemorroides. Las hemorroides es sin duda la patología anal más frecuente y se estima que más del 50 % de la población presenta en algún momento de su vida algún síntoma hemorroidal.
¿Cómo puedo saber si tengo hemorroides?
El síntoma más frecuente y con el que primero suelen manifestarse es la rectorragia o sangrado anal, aunque también pueden producir prolapso (protrusión a través del ano), picor y episodios de inflamación con mayor o menor dolor y palpación de bultos anales. Sin embargo, dado que otras enfermedades pueden dar la misma o parecida sintomatología, es obligado confirmar la sospecha de padecer hemorroides consultando a un especialista.
En todos los casos debe llevarse a cabo una correcta inspección y exploración anorrectal para confirmar la existencia de las hemorroides y descartar otras patologías que podrían ir asociadas, así como excluir otras causas de sangrado o dolor anal, en especial la posibilidad de presentar tumores rectales o enfermedades inflamatorias.
Si tengo hemorroides, ¿tengo que operarme?
La visita al especialista sirve en primer lugar para confirmar el diagnóstico, pero así mismo también para valorar el grado de las hemorroides. No existe un tratamiento único para todas las hemorroides ni todos los pacientes con hemorroides deben ser operados. Dependiendo de la severidad de la clínica y del grado de las hemorroides existen diferentes opciones terapéuticas, todas ellas con buenos resultados si están bien indicadas.
Tratamiento no quirúrgico
En primer lugar y de obligado empleo como tratamiento asociado a todo tipo de hemorroides independientemente de la terapia utilizada, debe instaurarse un tratamiento dietético consistente en ingerir una cantidad mínima de fibra y abundantes líquidos. El tratamiento tópico con las diversas cremas y pomadas existentes en el mercado sirve para disminuir las molestias reduciendo el edema y la inflamación pero no curan y, en ningún caso deben aplicarse de forma habitual ya que su uso continuado puede provocar dermatitis anal y atrofia cutánea. Para las hemorroides de menor grado (I y II) existen una serie de métodos no quirúrgicos (inyección de sustancias esclerosantes o ligadura con bandas elásticas) que, realizados en diversas sesiones, consiguen con escasas molestias la resolución de las hemorroides.
Tratamiento quirúrgico
En aquellos casos de hemorroides grado III y IV, más sintomáticas, es cuando se indicará tratamiento quirúrgico.
¿Existe más de una opción quirúrgica?
La cirugía de las hemorroides, y en general toda la cirugía anal, soporta el tópico injusto de un postoperatorio intensamente doloroso que hoy en día no se ajusta a la realidad. Si bien es cierto que, dada la rica inervación de esta zona, cualquier proceso inflamatorio a dicho nivel, sea quirúrgico o no, conlleva a unas molestias que en otras zonas serían menores. En los últimos años debido a los progresos en las técnicas quirúrgicas y métodos utilizados y la disponibilidad de mejores analgésicos y medicación antiinflamatoria hacen que el postoperatorio haya cambiado drásticamente . En cuanto a la técnica quirúrgica en sí, a la cirugía convencional con tijera o bisturí eléctrico se le han añadido recientemente el uso de otras fuentes de energía como los ultrasonidos (bisturí harmonico) o la mucosectomía con grapadora mecánica (PPH o Procedimiento de Longo). El láser quirúrgico no ha demostrado que suponga menor dolor en el postoperatorio ni acortar el tiempo de cicatrización de las heridas. En cualquier caso, en nuestro equipo ofrecemos un tratamiento individualizado para cada paciente que se inicia desde el primer contacto con el mismo, al realizar un completo estudio y valoración de las necesidades y diferentes opciones terapéuticas de las que se pueden beneficiar, estando en disposición de ofrecer todo el abanico de tratamientos, para conseguir el tratamiento y resultados ideales para cada paciente.
La fisura anal es una pequeña herida localizada a nivel del margen anal que produce un dolor intenso relacionado con la defecación. La causa puede ser un episodio de estreñimiento o de diarrea, aunque está muy relacionada con el estrés.
¿Qué síntomas presenta?
El síntoma principal de una fisura es el dolor. Se trata de un dolor intenso que se desencadena con la defecación, durando de forma variable tras la misma desde minutos hasta horas. También puede presentarse sangrado, prurito o escozor e inflamación de la base de la fisura , que en muchas ocasiones se confunde con una hemorroide (“hemorroide centinela”).
La formación de una fisura anal desemboca en el establecimiento de un “circulo vicioso” que dificulta o impide su curación: la fisura hace que la defecación produzca dolor; el dolor produce un espasmo del esfínter anal interno; el espasmo del esfínter interno produce una alteración de la vascularización de la región anal que dificulta la cicatrización de la fisura, favoreciendo así la presistencia del “círculo vicioso”.
¿Cuál es el tratamiento de la fisura anal?
La actitud terapéutica será diferente ante una forma aguda o si existen ya signos de cronicidad.
En la fase aguda es cuando el tratamiento médico tiene más posibilidades de éxito: baños de asiento con agua templada para relajar el esfínter interno, analgésicos y laxantes para conseguir heces blandas. Fundamental resulta el efecto beneficioso de la aplicación de pomadas de trinitroglicerina o diltiazem ya que ayudan a cicatrizar la fisura aumentando la irrigación y la relajación del esfínter interno.
¿Se puede operar?
Sí. La fisura anal, en las que ya se ha establecido el comentado “circulo vicioso” y ha fracaso el tratamiento médico, tiene como tratamiento de elección la cirugía mediante la práctica de una esfinterotomía lateral interna. La intervención consiste en la sección controlada del esfínter anal interno que elimina la hipertonía del mismo, desapareciendo el dolor y consiguiendo la cicatrización de la fisura en pocos días.
¿Puede desencadenarse una incontinencia después de una esfinterotomía?
El control de la cantidad de esfínter que el cirujano debe seccionar está establecido y puede controlarlo durante la intervención. Es excepcional que tras una esfinterotomía aparezca una incontinencia, si el paciente tiene un aparato esfinteriano normal.
El absceso y la fístula anal son dos situaciones motivadas por una causa común en diferentes momentos evolutivos. De esta forma, en la fase aguda se formaría un acúmulo de material purulento que se conoce como absceso anal. La evolución de este absceso mediante la formación de una comunicación (trayecto fistuloso) entre el canal anal y la piel perianal, por la que emergería el pus, se conocería como fístula anal y representaría un paso más en la evolución de este proceso.
¿Cuáles son sus causas?
Descartadas otras etiologías específicas de infección (como enfermedad inflamatoria intestinal, tuberculosis, cuerpos extraños, tumores, traumatismos, tratamientos quimio-radioterápicos, etc.), en la actualidad se acepta que más del 90 % de las infecciones del canal anal se originan en unas glándulas que se localizan en el espesor de éste.
¿Cuáles son sus síntomas?
En la fase aguda, es decir, en la formación del absceso, es típica la presencia de un dolor habitualmente de características sordas y continuas en la zona perianal, acompañado de fiebre, escalofríos, sobre todo en la fase más evolucionada. La presencia de una tumoración de aspecto inflamatorio rojizo y caliente en el margen del ano, es prácticamente diagnóstica de esta patología. Cuando el absceso ha evolucionado, una fase aguda más o menos sintomática, y da lugar a la formación de una fístula, es típica la presencia de un orificio en el margen anal por el que emerge material purulento.
¿Cómo se diagnostica?
El diagnóstico es sencillo y basta con la constatación de los síntomas y signos arriba descritos (fiebre, tumoración, rubefacción, emisión de pus, etc.). Sin embargo, cuando los abscesos se localizan en situación más profunda dentro del canal anal, no son tan evidentes sus manifestaciones clínicas. En estos casos, la realización de una ecografía endoanal 360º para su localización es fundamental. En la fase crónica, es típico la existencia de un orificio, similar a un “grano” común en el margen del ano, que provoca molestias locales y por el cual emerge pus periódicamente. En caso de fístulas complejas, con trayectos complejos o previamente operadas y recidivadas, deben ser valoradas mediante pruebas complementarias como la ecografía endoanal 360º y la resonancia magnética nuclear (ver ecografía endoanal).
¿Cuál es el tratamiento?
El tratamiento de esta enfermedad es siempre quirúrgico, no siendo recomendable su demora, basándose en la toma de antibióticos o antiinflamatorios, por el riesgo de progresión y propagación de la infección. De este modo, ante la presencia de una clínica compatible con sepsis perianal (infección generalizada de origen perianal), es recomendable la realización de un drenaje y evacuación del material purulento bajo anestesia local o general, si el absceso es grande. En caso de la formación secundaria de formaciones fistulosas, el tratamiento quirúrgico puede ser más o menos complicado en función de la localización de la fístula y debe hacerse de manera electiva y previo estudio y localización de los trayectos fistulosos, para proceder a su completa extirpación, con el objeto de no lesionar estructuras musculares con el riesgo de incontinencia que ello conllevaría. La mayoría de las fístulas se tratan con una fistulotomía simple, cortando la piel y parte del músculo del esfínter, poniendo a plano el trayecto fistuloso, cicatrizando el trayecto de la fistula de adentro hacia afuera. En las fistulas más complejas con atrapamiento de porciones importantes de esfínteres o en localización anterior,principalmente en mujeres, es necesario realizar técnicas quirúrgicas mas complejas con la realización de injertos de mucosa (flaps). Cuando existe infección o fistulas con trayectos complejos puede ser necesario la colocación de drenajes especiales (setón) durante una temporada mas o menos larga y después realizar la reparación quirúrgica definitiva de la fistula. En determinadas ocasiones la única solución existente para una fistula puede ser la colocación definitiva de un setón. En determinadas fistulas puede utilizarse el sellado con pegamentos biológicos o tapones.
Se trata de una formación quística localizada en el surco interglúteo y que contiene formaciones pilosas en su interior. Normalmente permanecen asintomáticos y sondiagnosticados cuando se complican mediante una infección secundaria, formando un absceso en esta localización.
¿Cuál es su causa?
En la actualidad está discutido si se trata de una etiología adquirida (crecimiento de un folículo piloso hacia el interior en vez de hacia el exterior) o congénita.
¿Cuáles son los síntomas?
Habitualmente los sinus pilonidales suelen permanecer asintomáticos, pudiendo descubrirse de forma accidental la presencia de pequeños orificios por los que emergen formaciones pilosas en el espacio comprendido entre ambos glúteos, línea media del sacro. Es, frecuentemente, a partir de la segunda-tercera década de la vida, cuando, debido a un proceso de sobreinfección de éste, se produce una clínica típica de un absceso en dicha localización, con tumoración, inflamación, dolor, etc.
¿Cuál es el tratamiento?
El tratamiento del sinus pilonidal se plantea cuando éste se complica y produce sintomatología. En su fase aguda, en caso de abscesificación, es recomendable el drenaje del material purulento para, en un segundo tiempo, proceder a la extirpación completa de la formación quística y de los trayectos fistulosos secundarios si es que existen. En función del mayor o menor tamaño del sinus y, por tanto de la mayor o menor extirpación de tejido, se puede proceder a un cierre del defecto creado o bien permitir un cierre por segunda intención, dejando la herida abierta, requiriendo curas posteriores.
También llamados verrugas genitales, son una enfermedad de transmisión sexual altamente contagiosa, causada por el virus del papiloma humano (VPH). Se transmite al mantener relaciones sexuales por vía oral, genital o anal con un compañero infectado o también se puede dar el caso de contagio en baños públicos. Cerca de dos tercios de aquellos que mantienen relaciones sexuales con una pareja con verrugas genitales las desarrollarán a su vez, alrededor de los tres meses después del contacto.
¿Qué síntomas producen?
El paciente nota la aparición de una lesión verrucosa en la zona perianal y/0 genital asociando picor, ardor, secreción de mal olor y en algunos casos dolor.
¿Cómo se diagnostican?
El diagnóstico es fundamentalmente clínico, realizándolo mediante la visualización de las lesiones. Es importante buscar otras lesiones relacionadas con el virus del papiloma humano.
¿Cómo se tratan los condilomas anales?
Si los condilomas son muy pequeños y están localizados sólo alrededor de la piel del ano, pueden ser tratados con medicamentos que se aplican directamente sobre la lesión: podofilino 0,5% o 5 fluoruracilo tópico. Este procedimiento requiere varias aplicaciones por varias semanas y debe ser aplicado por el especialista. Otras formas de tratamiento consisten en la aplicación de electro-cauterio, resección quirúrgica o combinación de ambos. Los condilomas que se encuentran dentro del canal anal no son susceptibles de tratamiento médico, por el contrario requieren cirugía para su curación.
La ecografía anorrectal es una herramienta consolidada y de obligada realización para valorar un paciente con algún problema anorrectal. Con la aparición de la tecnología tridimensional, se ha convertido en un instrumento diagnóstico esencial, por su gran utilidad, para el estudio de las patologías del conducto anal y del recto. Constituye un elemento diagnóstico imprescindible en un servicio de Cirugía General y del Aparato Digestivo, de modo que condiciona en la mayoría de los casos la opción terapéutica.
Los avances tecnológicos han permitido a las exploraciones ecográficas alcanzar una eficacia diagnóstica que, en algunos casos, es similar a la que puedan ofrecer otras técnicas radiológicas más complejas, más caras y con más riesgo para el paciente.
Ese es el caso de la ecografía anal y rectal, con la que actualmente podemos estudiar de forma ambulatoria, en pocos minutos y sin necesidad de sedación ni preparación, múltiples patologías del ano y del recto.
¿Qué es?
La ecografía anorrectal permite mediante la emisión de ultrasonidos obtener imágenes anatómicas de esta región. Se emplea un ecógrafo muy particular y exclusivo que utiliza una sonda que lleva en su interior un transductor ecográfico que nos proporciona la visión de las estructuras anorrectales con una excelente resolución.
¿Para qué se utiliza?
Su inmediata utilización en la consulta e incluso en el quirófano, ha convertido la ecografía anorrectal en un instrumento indispensable en la exploración clínica del paciente con un proceso anorrectal. El conocimiento de estas patologías de forma preoperatoria, nos permite indicar el tipo de intervención quirúrgica a realizar y de forma individualizada:
- Sepsis perianal: permite detectar abscesos anorrectales no visible con una precisión diagnóstica cercana al 100%. La ecografía anal tendría su principal utilidad en caso de fístulas perianales proporcionando información preoperatoria fundamental del tipo de trayecto fistuloso. Igualmente aporta información muy valiosa en el sinus pilonidal con trayectos fistulosos complejos que pueden interesar al aparato esfinteriano.
- Es preciso conocer la localización y extensión en el canal anal de los complejos venosos hemorroidales internos cara a definir cual es el mejor tratamiento de las hemorroides.
- Permite una perfecta valoración de ambos esfínteres anales (externo e interno) que resulta imprescindible conocer previamente a la cirugía de la fisura anal.
- Fundamental en la valoración de un paciente con incontinencia anal a la hora de indicar una reparación esfinteriana.
- Dada la excelente visualización de la anatomía del canal anal, permite valorar la integridad del aparato esfinteriano en las mujeres tras el parto, previniendo el diagnóstico de lesiones ocultas con potencial repercusión funcional futura en forma de incontinencia.
- Estudio de la patología tumoral benigna-maligna del conducto anal y del recto siendo de suma importancia ya que el tratamiento es diferente según sea su estadio (grado de invasión).
- Situaciones especiales: anismo, proctalgia crónica, estreñimiento, enfermedad de Crohn perianal.
¿Qué preparación requiere?
El paciente sólo requiere una preparación consistente en un enema de fosfato o similar, de dos a cuatro horas antes del procedimiento. No es preciso acudir en ayunas. Se realiza en régimen ambulatorio, pudiendo practicarse en consulta o quirófano. Tiene una duración aproximada de 15 minutos. No es necesario acudir con acompañante puesto que podrá hacer su vida normal de forma inmediata. No irradia, no tiene riesgos ni contraindicaciones conocidas.
En Hospital Quirón Málaga acabamos de incorporar a nuestro arsenal tecnológico la ecografía anorrectal tridimensional (3D), que supone la aportación definitiva para el estudio de las enfermedades de esta región. Disponemos del ecógrafo Flexfocus 500, de BK Medical, que supone la última innovación tecnológica y el único disponible en nuestra provincia de estas características, siendo el primero del que se dispone en una clínica privada en nuestra comunidad autónoma.
En la ecografía tridimensional (3D) no es necesario entrar y retirar el transductor en varias ocasiones, sino que es el propio transductor el que efectúa el barrido para ofrecernos, sin necesidad de que el paciente esté ya presente, las mejores imágenes. A través de un programa de reconstrucción, graba las imágenes axiales en dos dimensiones en un ordenador y las combina para generar una imagen tridimensional como un cubo.